domingo, 27 de marzo de 2011

Cada noche.

De el anochecer hasta el amanecer. Y así noche tras noche sigo pensando en ti. Eres como una droga para un drogadicto. Como el café por la mañana. Como el agua para un sediento. Te necesito, necesito saber que estas bien. Y si no te recuerdo por la mañana, te recuerdo por la tarde. Esas largas tardes en tu cama sin hacer nada, y nada es abrazarse, nada es susurrarse a los oídos te quiero perdidos, De mirarse a los ojos, azules, cielo enfadado, mar enfurecido, y pensar en que la felicidad es efímera, y nunca te das cuenta de que se va como la lluvia en primavera, que tanto aparece por la mañana como se oculta por la tarde. Siento que te alejas de mi, a la misma manera que percibo que buscas algo en mi más allá de una amistad. Debería de olvidarme de ti, pero créeme, es imposible. Si lo hiciera, todo lo que he luchado por ti sería en vano. Recuerdo la ultima tarde que pasamos juntos. Estábamos juntos y enamorados. Nos mirábamos a los ojos y sonreíamos, cantábamos... juntos, y enamorados. Una se cree la persona más afortunada del mundo y cuando se despista se da cuenta de que ya no va a volver a verlo nunca más. Es, deprimente, como mínimo.